Si pudieran hablar, las centenarias estaciones del ferrocarril que conocieron al mismo Pancho Villa y a sus feroces revolucionarios. Que sobres sus rieles cayó el sudor de los muy maltratados chinos. Desde la estación Chocolate hasta la ciudad de San Pedro sirvieron y fueron testigos del auge algodonero. Ahora desgastadas solo ven pasar el tiempo e inconcebiblemente su historia es llenada de graffiti.
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